Por Daniel Garcia-Peña
El espectador.com
ME SIENTO, COMO EN LAS PROPAGANDAS de televisión, en el lugar equivocado। Así lo expresó Vladdo al comentar, la semana pasada en el acto de lanzamiento de Progresistas, su experiencia con la política. Formó parte de la ola verde, igual que miles, atraído por el mensaje de renovación, transparencia, el “no todo vale”. Pero con el paso de los meses, su entusiasmo se fue convirtiendo en decepción, primero con el silencio del partido frente a temas de naturaleza verde, como la ola invernal y la minería, y luego, y sobre todo, por la cada vez mayor proximidad de Álvaro Uribe, máxima expresión del “todo vale”, al candidato a la Alcaldía de Bogotá.
Recibir su apoyo electoral, remató diciendo, constituye enriquecimiento ilícito. Otros venimos huyendo de las toldas amarillas. No me arrepiento para nada de haber sido promotor entusiasta del Polo Democrático, experiencia inédita en la historia política colombiana, que jugó un papel fundamental en la resistencia democrática ante la ofensiva del proyecto autoritario y mafioso de los últimos ocho años. Si bien hoy celebro que en la práctica esté triunfando la tesis de la “oposición dialogante” frente al gobierno de Santos, derrotando la “oposición a ultranza” de Robledo y compañía, lamento que esa misma disposición de rectificar que se ha demostrado en la relación con el Gobierno nacional, no se haya materializado en el caso de la corrupción en el gobierno de Bogotá.
Nos hemos encontrado, junto con Gustavo Petro, Vladdo y un grupo pluralista de personas progresistas, con liberales de izquierda que no se hallan en la Unidad Nacional ni fusionados con Cambio Radical, con indígenas que sin abandonar la ASI o AICO sienten que esos espacios de acción política son insuficientes y con muchísimos ciudadanos y ciudadanas no matriculados en ningún partido. Nos unen unos principios rectores: la implementación efectiva de la Constitución de 1991; el respeto y fomento por las diversidades étnicas, raciales, sociales, sexuales; la equidad, la igualdad de oportunidades y la eliminación de la pobreza; una relación armónica con la naturaleza; la transparencia y el predominio de lo público sobre lo privado; el rechazo tajante a la violencia. Los partidos políticos son claves para la democracia. Pero también lo son las iniciativas ciudadanas, especialmente ante el mapa cambiante e inconcluso de los actuales partidos en Colombia.
La ley establece que “grupos significativos de ciudadanos” pueden presentar candidatos mediante la recolección de firmas, aunque deben obtener pólizas de seguro, cuyos montos han sido aumentadas de manera exagerada, cerrando las puertas a quienes no tienen recursos, es decir, la gran mayoría. Pero tienen la inmensa ventaja de ser escenarios de encuentro de diversas proveniencias políticas, ya que sus integrantes no incurren en doble militancia si son parte de un partido.
El grupo significativo de ciudadanos Progresistas no pretende pelear con los partidos ni desconocerlos, sino reconfigurar con ellos y otros un nuevo sujeto político para la transformación democrática de Colombia. ¡Bienvenidos Progresistas!
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