Aparece en internet cualquier columna de opinión en contra del gobierno o cualquier noticia desfavorable por alguno de sus escándalos -que no son pocos- y de inmediato el espacio de los lectores es copado por comentarios -a veces duplicados y triplicados- que acusan al columnista o al periodista de mamerto, terrorista o miembro de las Farc. Y también, en menor grado, los que replican y acusan a los anteriores de paracos. Consiguen su propósito: polarizar la discusión, acabarla, y espantar al que intente llevar el debate por otro camino.
Un lector de estos sitios denunció que hay gente pagada para hacer esa labor, un equipo en algún lugar oficial dedicado exclusivamente a eso. Y resulta difícil no creerlo. Ayer no más leía la última columna del ponderado Rodrigo Pardo en Cambio (no Coronel, ni María Jimena ni Bejarano ni Semana), donde hacía un juicioso análisis de la actuación de la diplomacia Colombiana en estos momentos de crisis con los vecinos, y como desde luego concluía en la pobrísima labor de nuestra Cancillería, ya los lectores a sueldo habían hecho su labor a cabalidad: insultos, macartizaciones, rótulos, descalificaciones.
Se dice que no estamos en una dictadura porque -hasta ahora- nos han permitido la libertad de opinión. Es cierto, pero me imagino que teniendo en cuenta la laxa interpretación de la ley y la democracia que opera bajo este gobierno, alguien muy perspicaz entendió que el verbo permitir no excluye otros verbos como "chuzar". O manipular. Por Luis Fernando Afanador
http://www.semana.com/wf_InfoBlog.aspx?IdBlg=13&IdEnt=2026
Publicado 07/23/2009
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