Ese fue el centro de la defensa que Oscar Iván Zuluaga hizo de la 'transparencia' en las gestiones de los hijos del presidente que les reportó una multimillonaria ganancia como resultado de decisiones de ministerios y oficinas del Estado, ante el debate del Polo Democrático y el Partido Liberal.
Luis Carlos Avellaneda y Alexander López apoyaron las denuncias del senador Robledo y de Cecilia López de Montaño, precandidata liberal.
Esa tesis suena ridícula cuando el que lo dice pertenece a un gobierno que se ha caracterizado por 'ajustar' la ley a las necesidades del ejecutivo, tal vez como resultado de una cultura que ha hecho que la Constitución colombiana, aprobada en 1991 en contra de muchos sectores, haya sufrido más de 650 intentos de reforma de los que 27 han sido aprobados; de ellos 5 han sido de iniciativa legislativa y 22 de iniciatva del ejecutivo.

Si se revizan las 'iniciativas legislativas' ellas incluyen temas de 'ajustes' en aspectos electorales y de control, que le han permitido al ejecutivo tener una ética del tamaño de sus ambiciones.
Se contrapone ese resultado a nuestra aspiración de tener un país del tamaño de nuestros sueños.
Las y los ciudadanos de Colombia tendrán la oportunidad de escoger si seguimos ajustando las normas a las ncesidades éticas de los administradores o si definimos un ordenamiento que sea para todos, no solo para que los de ruana paguen y los de arriba disfruten.
La decisión será de cada uno.
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